El hibridado de estos dos elementos en el contexto del sinhogarismo crónico genera una nueva realidad concebida para restablecer vínculos con lo perdido, una tipología de acogida que podría englobar bajo el concepto Comunidad Cero. En un tránsito entre lo público, colectivo, privado e íntimo, la persona se recibida, escuchada, acogida, se está y puede dormir.

Esta tipología resuelve el espacio para el descanso, la acogida, una pequeña manutención, el aseo personal, la limpieza de la ropa, un espacio para los voluntarios, grandes almacenes y espacios para la gestión climática, que aquí es primordial.

En este caso, el Piso Cero se encuentra en una planta baja de un edificio de viviendas de la Fundación en un tranquilo callejón del Poble Nou. El local tiene un primer espacio interior correspondiente a la profundidad del edificio, un patio en uno de los interiores más luminosos y naturalizados del barrio y un pabellón en su fin.

El proyecto hace compatible la necesaria especificidad y especialización de los usos y espacios, la determinada linealidad de los recorridos, con una idea unitaria. Así, el patio se convierte en el nexo y extensión de ambos interiores. El proyecto se dibuja como un gran dormitorio en el que el patio separa el de hombres y el de mujeres en sus extras. Pero el tratamiento, la organización perimetral de las bancadas en las que dormir, es continua y con los mismos materiales. Un gesto que separa y une a la vez y que hace posible que el aire libre, donde a menudo se pasa la noche, sea el centro de la vida común.

En los extremos de los espacios de descanso se ubican los programas complementarios. Por el cuerpo principal, el cancel de acogida, la rampa que resuelve el desnivel y el lavabo adaptado. En el caso del pabellón, los lavabos y el espacio para voluntarios. Una distribución necesaria pero que también se construye con la idea de perímetro esculpido, discreto, al servicio de «la sala única»

La importancia del confort térmico en un Piso Cero de nuevo se hace explicita a través del genuino difusor de luz y aire, que de nuevo ata visual y ambientalmente los dos ambientes separados por el patio. Se añade la posibilidad de la gestión de la ventilación natural cruzada y el tamiz del toldo en el patio que permite su uso durante todo el año como dormitorio al aire libre.

La cerámica natural permite un material único por dentro y por fuera, que pasa de ser pavimento a mueble en continuidad. Solución que aparte de acentuar este espacio como unitario, ofrecer un imaginario doméstico, poner el tacto y el confort en el epicentro, ofrece la posibilidad de un mantenimiento y limpieza que aquí es muy exigente.