“Creímos lógico dar también el significado de nuestro sentido humano y colectivo a la fachada de nuestro edificio, despojándola de paredes gruesas y mostrando con la claridad de las vidrieras nuestra verdad interior y, en lugar de cornisas y relieves bizantinos, el rótulo cubista de nuestra sociedad”.
La Unió de Cooperadors de Gavà creyó que su sede –el lugar donde desarrollar su proyecto cooperativo– debía ser en sí misma una expresión de libertad y de colectividad. La arquitectura racionalista de Torres Clavé fue, entonces, la respuesta al enunciado. El «qué» y el «cómo» íban íntimamente ligados y la arquitectura cobraba pleno sentido. Celebramos, pues, que con esta convocatoria se creen nuevamente estas condiciones y podamos repensar el edificio hoy, simultáneamente al desarrollo de un proceso participativo para definir colectivamente un nuevo proyecto cooperativo renovado y actualizado.
Rehabilitar y habilitar
Entenem que debemos alcanzar un doble reto:
Por un lado, rehabilitar el edificio original. La malograda suerte del proyecto, que al llegar la guerra fue confiscado y adaptado para un cambio de uso, frustró el desarrollo de la propuesta de cooperativa. Hasta hoy no podremos despojarlo de las modificaciones que ha sufrido a lo largo del tiempo y disfrutarlo, casi por primera vez, ahora ya como patrimonio de la modernidad.
Por otro lado, se debe habilitar el edificio para su uso actual, en un momento en que vivimos un renacimiento del espíritu cooperativo. En este nuevo contexto histórico, altamente tecnológico, habilitar nuevamente un espacio significa, más que nunca, dar respuesta y aportar significado a la necesidad de encontrarse en un lugar físico para cooperar, cocrear o compartir.
Un edificio con dos caras, la del s. XX y la del s. XXI
Damos respuesta al doble reto a partir del tratamiento diferenciado de las dos fachadas del edificio. La histórica, de cara a la Rambla de Maria Cases, será completamente restituida –practicando un ejercicio de arqueología moderna– según el proyecto original, mientras que la fachada posterior concentrará todas las actuaciones para dotarlo de las necesidades actuales: accesibilidad, pero también los recursos tecnológicos, de sostenibilidad alimentaria y de comunicación que son propios de nuestro tiempo. Proponemos que estos elementos nuevos no se insieran en la construcción existente, ya que las modificaciones lo desfigurarían, sino que se superpongan y convivan con ella.
Construimos un cuerpo de accesos –escalera y ascensor– superpuesto al edificio histórico, que se alinea en profundidad con las construcciones vecinas y que comunica y habilita los cuatro niveles del edificio: de la planta sótano a la cubierta plana. La nueva entrada se produce abriendo la planta sótano, incorporando el resto de solar con una plaza inclinada o graderío exterior que comunica con la cota de la calle y que permitirá, como una extensión de esta misma, desarrollar actos públicos al aire libre.
Con todo, conseguimos que un mismo edificio ofrezca dos caras en simultáneo: la histórica, puerta de entrada al descubrimiento de un edificio patrimonial moderno, y la nueva, expresión de la actividad cooperativa de hoy en día.
Un proyecto para una cooperativa en proceso de definición
Aportamos una propuesta arquitectónica simultáneamente al desarrollo del proceso participativo que definirá los usos y requerimientos deseados. Este momento intermedio del proceso nos ha hecho optar por no definir todavía la distribución interior más allá de proponer la restitución de la estructura de espacios diáfanos y polivalentes del edificio histórico. Entendemos que la propuesta ayudará a decidir los usos posibles de una manera menos genérica, sobre los espacios reales.
Si bien inicialmente se trataba de una cooperativa de consumo con acceso por la planta tienda, con una planta sótano dedicada al almacén y una planta superior dedicada a la vida social, ahora se dispondrá de un edificio de tres plantas comunicadas funcionalmente con un ascensor y vitalmente por una escala exterior. Ésta, de dimensiones más generosas que las estrictamente funcionales, permitirá que sea un lugar en sí misma, que parte de la actividad interior se desarrolle y se exprese mostrándose en el plano de la fachada, abriéndose a su propia plaza y dando continuidad a los nuevos espacios públicos a la Plaza de la Concòrdia.