Sant Cugat tiene, entre otras peculiaridades, dos recorridos ferroviarios que acaban encontrándose, sin conectarse, alrededor de un equipamiento sanitario de primer orden como el Hospital General de Cataluña y de una zona de expansión comercial y de oficinas, Can Ametller. Esta coincidencia de trazados genera una división entre ambos lados. El gran reto para el Ayuntamiento del municipio es que los trabajadores de la nueva zona de actividades económicas puedan utilizar la estación de Ferrocarriles de la Generalitat que hay junto al centro hospitalario, para lo que hay que atravesar la vía de Renfe –ligeramente soterrada–, y acceder al andén dirección Barcelona.
Leve Projects ha sido la encargada de desarrollar el proyecto de conexión de ambos lados de las líneas de ferrocarril. Lo primero que había que tener en cuenta era el entorno. La zona conserva aún campos de cultivo y no hay ningún impacto ambiental o visual que precise hacer una pasarela rígida y protegida, sino que el paisaje anima a caminar tranquilamente, aunque sin olvidar la función de conexión con los puestos de trabajo que debe tener el puente.
Para conseguir el objetivo con las mínimas preocupaciones posibles, tanto para los ejecutores de la obra como para los viandantes que posteriormente hagan uso de la infraestructura, se ha optado por un camino con poco desnivel que permite dejar pasar por debajo a los tractores que puedan labrar los campos y a los trenes de Cercanías y Ferrocarriles ocupando el mínimo posible los espacios de propiedad de Adif y de la Generalitat, evitando así alargar los trámites. Aun así, para no hacer un arco central para cruzar la línea de Renfe que quede demasiado inestable, hay que acabar ocupando parte del terreno.
El resto de la pasarela es un camino elevado con pilares que deben adentrarse tierra adentro hasta encontrar la zona rocosa que permita la sujeción correcta, para evitar que el fuerte viento termine desmontando parte de la estructura. Con ello se quiere construir un camino que, a modo de atajo, se convierta en el paso más cómodo y lógico para los viandantes, ya que no tendría sentido exigirles un esfuerzo porque continuarían utilizando los atajos incómodos que actualmente emplean para llegar de la estación a sus lugares de trabajo y viceversa.
El proyecto ha tenido que tener en cuenta las medidas de seguridad que los operadores ferroviarios indican para los puentes que cruzan las líneas, sobre todo vallas más altas. De hecho, este inconveniente se ha redefinido como oportunidad para crear un techo de malla metálica anudada sobre el puente central para garantizar una zona de sombra en el trayecto. Es un espacio que debe permitir al transeúnte detenerse un instante en el camino e, incluso, esperar a ver cómo pasa el tren. Sin embargo, no se busca hacer un puente monumental sino una estructura funcional y cómoda para los usuarios.
A medida que el proyecto ha ido elaborándose, han cambiado algunos de sus aspectos, desde los lugares más idóneos donde hacer las sujeciones de la pasarela hasta la anchura. Inicialmente, se había previsto que apenas hiciera poco más de dos metros de ancho, pero para dar más espacio se ha optado por hacer una pasarela doble que discurre unida desde Can Ametller hasta la mitad del recorrido, donde se separa para ir al encuentro de cada uno de los andenes de la estación de Ferrocarril. La rama que acomete el andén dirección Barcelona no se conecta directamente a la estación sino a la acera de enfrente, dándole continuidad.