Desde el estallido de la crisis la arquitectura se ha visto obligada a transformarse por múltiples factores. Por un lado, y quizás la más evidente, el descenso de nuevas construcciones ha sido clave y, por lo tanto, las acciones de los y las arquitectos han pasado a centrarse en rehabilitaciones y pequeños proyectos. Por otro, el estallido coincidió con el final de un ciclo de décadas de arquitectura al servicio de la administración pública ya que el Estado y las comunidades autónomas, pasado el franquismo, se habían visto obligadas a llenar de servicios las ciudades, huérfanos de espacios básicos como CAPs, centros educativos, centros de barrio, bibliotecas… Finalmente, el empuje de la participación ciudadana también debe forzar cambios en los profesionales ya que deben incorporar a su dinámica de trabajo la relación directa con las personas.
Este último punto es relevante en tanto que no sólo se trata de acercar la ciudadanía a la arquitectura, sino que también se debe diseñar correctamente esta interrelación. Es decir, no se trata sólo de la conversación y recogida de ideas. El encuentro tiene que pasar por unos y arquitectos que han de hacer de puente entre los conocimientos técnicos y las propuestas ciudadanas o individuales y, por lo tanto, deben ser capaces de unir la voluntad ciudadana con las posibilidades técnicas y legales de cada proyecto.
Las tres circunstancias suponen un cambio radical respecto a lo que había vivido la arquitectura a nivel profesional y una vez que llegó a un Colegio Oficial de Arquitectos de Cataluña (COAC) marcado por el estallido de la burbuja. Es así como, en 2010, se propone recuperar la relación entre el arquitecto y la ciudadanía con un proyecto que encargan a uno de los miembros de Leve, Francesc Pla, que diseña una propuesta con varios puntos estratégicos que acabaría suponiendo una transformación de fondo del mismo COAC.
Aquella estrategia se acabó convirtiendo en una serie de proyectos estratégicos que iban desde la mejora del sitio web del COAC para que la ciudadanía conozca qué puede hacer un arquitecto hasta introducir la mediación en los estudios de la escuela Sert, vinculada al Colegio , y en las universidades pasando por presencia en los medios de comunicación y exposiciones itinerantes. Pero de todas las propuestas la más importante fue la de crear una especie de arquitecto de cabecera, siguiendo la lógica del médico de cabecera.
La figura del arquitecto de cabecera debía reivindicar la capacidad de los arquitectos de responder a las necesidades de la ciudadanía, desde pequeñas actuaciones a información sobre tipos de acceso a la vivienda o terrenos idóneos para hacer una casa. La iniciativa supondría, por lo tanto, introducir en la formación los conceptos de cesión de uso, cooperativas de vivienda, sostenibilidad energética, autoconstrucción … El COAC, además, debía ser proactivo facilitando espacios para esta atención. La propuesta, sin embargo, resultó fallida y sólo se coló en algunas asignaturas de las universidades.
En un nuevo impulso ante el cambio de tendencia imposible de detener, el bagaje de aquella propuesta se concentró de nuevo en febrero de 2016 con una jornada organizada por el COAC y con implicación de Leve. La voluntad era acercar la participación ciudadana a la arquitectura conociendo las experiencias precedentes y las que entonces ya se desarrollaban. De nuevo, la conclusión fue que había más incidencia en la formación -la universitaria y la continuada-. Todo y el éxito de aquel encuentro, todo quedó en una jornada puntual, al menos hasta ahora.