La calle del Carme, en el Raval, no es solo lo que se ve cuando se pasea al aire libre. En el primer piso del número 84 la calle se adentra en el edificio. Al menos ese era el objetivo de la Fundació Arrels cuando decidió impulsar el Piso Cero, un espacio para que personas sin techo reacias a ir a albergues saturados de normas pudieran pernoctar. Pero estos usuarios se han acostumbrado a vivir al aire libre, muchos tienen claustrofobia y rehúyen las ayudas a modo de caridad. Por eso había que hacer un piso que no fuera un piso, que fuera parte de la calle.
Leve Projects se ha encargado de idear el proyecto asumiendo que en este caso no se podía entender el interiorismo en clave tradicional. Las necesidades de un piso pensado para pasar la noche son absolutamente diferentes a las de una vivienda convencional. Para ello se ha eliminado la cocina y el comedor, dejando un único baño y cuatro otros espacios: el dormitorio de los voluntarios, un recibidor amplio, la sala dormitorio de los sin techo –que durante el día se transforma en aula de formación– y una terraza adyacente.
Cuando se entra al Piso Cero, se llega a un recibidor amplio. No es un pasillo que indique que se ha entrado a una casa. Es una pequeña ágora que los voluntarios aprovechan para atender a los sin techo antes de ir a dormir y que, al mismo tiempo, evita el impacto de pasar de la calle a una sala estrecha y cerrada. La sala dormitorio también es ancha y está llena de lechos que, con una altura similar a la de los bancos de la calle, sirven de cama con la incorporación de un colchón plegable mucho más sencillo que el colchón estándar. Este tipo de camas están juntas, junto a las paredes y solo están protegidos por persianas enrollables, siguiendo la estética de la calle.
En la terraza no hay persianas, pero sí un modesto tendal sobre una bancada que sigue la lógica de los lechos, para que los usuarios puedan salir a dormir afuera si lo prefieren. Las paredes están pintadas de blanco y mantienen algunos elementos de ladrillo. La fuente donde beber es como las que se pueden encontrar en las calles y Arrels ha eliminado las estrictas normas de los albergues convencionales para que los sin techo no se sientan condicionados por la realidad de un espacio cerrado.
Como el Piso Cero es calle, no tiene los elementos esenciales de una vivienda. Para poder ducharse o limpiar la ropa, los usuarios deben acudir a la sede de la entidad, que se encuentra en el mismo Raval. De esta manera, Arrels ha creado un concepto de calles que funcionan como un todo, que se adentran en los edificios y sirven para interconectar todos los servicios que tiene distribuidos por el barrio. Así evita una atención centralizada y permite que los usuarios se sigan moviendo por su casa, las calles del Raval.
Desde la perspectiva del diseño y de la arquitectura, el modelo seguido en el Piso Cero es un cambio de paradigma. Cuando se diseña un interior se suele pensar como vivienda o espacio de trabajo, pero pocas veces como calle. Raramente se aplica una lógica de espacio abierto a un espacio cerrado, si bien en casos como el proyecto de la Fundació Arrels es necesario hacer tambalear las estructuras mentales para adaptarse a las necesidades de ciertas personas, porque no todas somos iguales.